Muy buenas a todos.
Después de nuestra pausa viajera en Las Vegas, hemos continuado camino hacia la Costa Oeste del país deteniéndonos primero en uno de los lugares más desoladores del planeta. Nuestra siguiente parada ha sido "Death Valley".
El Valle de la Muerte cuenta con la cota más baja de todo el hemisferio occidental, 85 metros y medio bajo el nivel del mar, y ostenta el récord de temperatura más alta registrada cuando en 1913 se midieron en su interior 57 grados a la sombra.
Llegamos al valle por la parte oriental y el primer mirador al que tuvimos acceso fue el "Dante´s View" la visión dantesca del infierno. Desde su cima se observa toda la zona de salinas donde un antiguo y gigantesco lago de agua salada se desecó dejando un paisaje duro e inhóspito pero con una extraña belleza hipnótica que te cautiva.
Allí arriba apenas rozábamos los trece grados y en el resto del Valle no pasamos nunca de los dieciséis… de momento.
Cuando os decíamos el otro día que solo nos faltaba ver al Coyote persiguiendo al Correcaminos no andábamos demasiado desencaminados. Delante de nuestro flamante Ford Mustang pasó raudo un auténtico "Road-Runner" (Correcaminos) con su cresta enhiesta y su cola haciendo de timón. Siguiendo las rutas del valle pudimos observar a un par de perros de las praderas. Uno de ellos corriendo a toda velocidad al lado del camino y el otro erguido sobre sus dos patas, desafiante hasta que el coche se acercó al punto en que su orgullo de roedor se esfumó y salió disparado en busca de su madriguera.
Entramos por el "Cañón del Equipo de las Veinte Mulas" ("Twenty Mule Team Canyon") donde unos enormes vagones tirados por el mismo número de acémilas arrastraban en otros tiempos el Bórax que se extraía abundantemente de las minas cercanas, este mineral era usado antiguamente para la fabricación de jabones. Allí dejamos el coche blanco, pero no de Bórax sino de la tremenda cantidad de polvo que arrastramos por el estrechísimo cañón.
Entramos por el "Cañón del Equipo de las Veinte Mulas" ("Twenty Mule Team Canyon") donde unos enormes vagones tirados por el mismo número de acémilas arrastraban en otros tiempos el Bórax que se extraía abundantemente de las minas cercanas, este mineral era usado antiguamente para la fabricación de jabones. Allí dejamos el coche blanco, pero no de Bórax sino de la tremenda cantidad de polvo que arrastramos por el estrechísimo cañón.
Tras visitar varios lugares de interés comenzamos el descenso hacia el fondo del Valle de la Muerte. Primero nos detuvimos en el "Devil's Golf Course", el Campo de Golf del Diablo, una ironía ante una extensión impresionante de cristales de sal que se elevan puntiagudos, cortantes y amenazadores con la promesa de que acabarán desgarrándote si tratas de adentrarte en sus dominios. La sensación que produce este panorama es de cierta inquietud, una enorme extensión casi fantasmal de cristales oscuros y extraños.
El sol estaba a punto de ponerse cuando llegamos definitivamente a "Badwater", la gigantesca salina situada en el corazón del valle, allí la sal resplandecía con un blanco cegador. Al salir del coche la temperatura -que no había subido en todo el día más de dieciséis grados- marcaba 28, y estábamos a pocos minutos del ocaso.
La luz desapareció rápidamente con el sol y la sensación que nos dio fue la de estar en una estación de esquí. El color de los cristales de sal es prácticamente el mismo que el de la nieve. Más de una vez nos agachamos a tocar el suelo para asegurarnos de que no estaba frío.
Nos adentramos medio kilómetro en el valle, a más de ochenta metros por debajo del nivel del mar, el calor seguía siendo intenso y sabiendo la diferencia de temperatura que había apenas cien metros más arriba no quisimos ni imaginar lo que este lugar puede llegar a ser en julio o en agosto. Una auténtica sartén con la sal ya preparada para cocer a cualquier ser vivo que se atreva a internarse en ella.
La luz desapareció rápidamente con el sol y la sensación que nos dio fue la de estar en una estación de esquí. El color de los cristales de sal es prácticamente el mismo que el de la nieve. Más de una vez nos agachamos a tocar el suelo para asegurarnos de que no estaba frío.
Nos adentramos medio kilómetro en el valle, a más de ochenta metros por debajo del nivel del mar, el calor seguía siendo intenso y sabiendo la diferencia de temperatura que había apenas cien metros más arriba no quisimos ni imaginar lo que este lugar puede llegar a ser en julio o en agosto. Una auténtica sartén con la sal ya preparada para cocer a cualquier ser vivo que se atreva a internarse en ella.
La vuelta aún nos deparó una emocionante sorpresa. Ya habíamos salido del "Badwater" y a ambos lados del coche el desierto pedregoso y plagado de arbustos se extendía hasta donde alcanzaba la vista. De repente, apenas a veinte metros de distancia, se nos cruzó un precioso coyote que comenzó a trotar casi a nuestra vera unos cientos de metros. De vez en cuando se paraba y nos miraba curioso antes de reiniciar su marcha buscando presas en la oscuridad. Nos quedamos anonadados aunque aún tuvimos tiempo de grabar con la cámara de vídeo algunos planos -movidos y oscuros- del coyote perdiéndose en la noche del desierto.
Un beso a todos
C&A
"Mu guapo" ese desierto, si señor. Y ese pedazo de carro?. Bueno que tal estais, me echais de menos?. Os envié dos SMS para deciros que llegué entero, aunque no sé si os llegaron correctamente. Me ha costado tres dias adaptarme al nuevo horario, os recuerdo que tenia nueve horas de diferencia horaria. En fin, por el curro todo como siempre y tambien hace mucho calor de dia, aunque refresca por la noche, vamos como ahí. Os iré siguiendo a través del blog, a ver si seguís subiendo fotos para hacerme una idea de los lugares fantásticos que visitais. Un fuerte abrazo y nos vemos pronto.
ResponderEliminarAh! se me olvidaba, muy buenas las fotos del coyote, pero fliparia si pusieses la del correcaminos.
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