miércoles, 12 de octubre de 2011

Chicago Blues & Heavy

  Hola a todos. De nuevo nos asomamos al blog, y ahora con más fuerza si cabe, porque ya no somos dos, sino tres. No, ninguno de los dos ha parido -aunque por nuestros perfiles, no los de facebook precisamente- pudiera parecerlo. Desde ayer, Javier González, compañero cámara de “La Nuestra” se ha unido a la aventura para hacer un trecho de nuestro vasto camino. Estará con nosotros unos días recorriendo varias ciudades, acabando su periplo en Las Vegas. Ya somos legión. 
  Lo recogimos, no sin dificultades, en el aeropuerto O'hare de Chicago, y tras celebrar el encuentro como se merece con los manjares que nuestros patrocinadores nos facilitan, quemamos la noche de Chicago.
  La “Ciudad de los Vientos” cuenta con miles de centros nocturnos, principalmente bares, lounges, pubs y todo tipo de antros para bailar al ritmo de los mejores DJ’s del planeta. 
  Otro atractivo de la vida nocturna de Chicago son los clubes de Jazz y Blues, muy populares en esta ciudad debido a su gran población afro-americana.
  Para calentar motores, ya bastante caldeados tras la caótica aventura del aeropuerto, tomamos unas cervezas por los Sports Bars de la zona de "The Loop", y después nos arrojamos de lleno a la acogedora calidez del Blues. Fuimos al "Buddy Guy ́s Legends" donde vivimos una experiencia única e irrepetible.




  El garito en cuestión es una sala de conciertos bastante guapa decorada con los instrumentos de decenas de monstruos de la guitarra, entre ellos Keith Richads, B.B. King, Eric Clapton o Carlos Santana.







  Para empezar y tras tomar unos chupitos de Jacks, disfrutamos de una espectacular Jam con la banda de Jimmy Burns, brutal guitarrista de Missisipi, que movía los dedos con una agilidad y facilidad pasmosa. Cuando ya estábamos anonadados, por si fuera poco, el mismísimo Buddy Guy -que seguía el concierto desde la barra de su local- decidió acercarse al escenario y se marcó unos temitas que arrancaron las más calurosas y encendidas ovaciones del público asistente. La jam continuó con distintas bandas hasta altas horas de la noche.








  Tras saludar a Jimmy Burns y tomar unos tragos con él, nos presentó al maestro Buddy antes de que éste se marchara. Jimmy, gran amigo de la fiesta (y nuestro desde ese instante) y gran bebedor profesional, nos invitó a que lo viéramos en NYC en el B.B. King Blues Club, donde por casualidades de la vida tocará junto al propio Buddy Guy los días 14 y 15 de noviembre coincidiendo con las últimos jornadas de nuestra estancia en la ciudad del Empire State.


    Tras agotar las existencias de cerveza del "Buddy Guy's Legends" y cerrar el garito a cal y canto despedimos a nuestro nuevo colega que se fue dando tumbos lentamente hacia su casa.
  La fantástica noche quedó truncada al volver a por el coche que, extrañamente había desaparecido del lugar en el que lo habíamos aparcado varias horas antes. Tras dar varias vueltas tratando de decidir si nos habíamos equivocado y lo habíamos dejado en otro sitio decidimos preguntar a un taxista que se extrañó porque estábamos en una zona de pago -que no era necesario abonar de noche- y nos acercó al depósito de vehículos retirados por la grúa asustándonos al decirnos que probablemente nos lo habían robado.



  Al llegar a la garita un gigantesco policía negro nos indicó dónde estaba el despacho de los responsables de la grúa. Allí fue Conrado que, siendo el que debía llevar el coche de vuelta al hotel, hacía un par de horas que ya no había seguido el ritmo etílico-frenético del Blues Man. Nos enteramos de que el coche lo había retirado la grúa porque -aunque se hallaba debajo mismo de la placa que permitía aparcar previo pago (lo que viene siendo una zona azul, vamos)- el coche se encontraba a menos de 15 pies de una boca de incendios, normativa municipal que no es necesario poner en las calles y que si no la conoces te cascan multa y grúa en un divertido pack recaudatorio.
  Conrado, que cuando se enfada consigue el mejor y más fluido inglés, le cantó las cuarenta a una funcionaria que aguantaba el chaparrón mientras escuchaba lindezas -sin un solo insulto, eso sí- tales como que los turistas no estaban allí para sufragar el plan de salud de Obama, que advertiríamos a todos nuestros amigos, vecinos y familiares de que no viajaran a Chicago, que el Estado de Illinois conseguiría así sufragar su déficit a base de injustas multas puestas a traición a ingenuos turistas, que la crisis no la sufrían solo los americanos... En la mesa de al lado otro funcionario concentrado aparentemente en sus papeles movía la cabeza en señal de asentimiento y la propia mujer nos contó que tenían más de cuatrocientas denuncias diarias de ese tipo y que todo lo que nos quedaba por hacer era escribir una carta al Alcalde y tratar de ir a juicio, pero que o pagábamos los 160 dólares (100 de multa y 60 del servicio de transporte) o el coche no se podía mover de allí.
  Antes de salir por la puerta, y ante las excusas reiteradas de la pobre mujer, Conrado soltó muy digno: "Sigue habiendo ladrones en Chicago, pero ahora no están en las calles"
  Mientras la puerta se cerraba lentamente a nuestras espaldas pudimos escuchar la risa contenida del funcionario


  C&A (+J)

3 comentarios:

  1. Joooo!!! menudo local.....imagino como sonaría ....... cuerdas de guitarras estiradas al máximo, quejándose como los viejos cánticos en las plantaciones, acordes rasgando el alma...bufff .....acerme un hueco que vengo...
    Lástima final de fiesta, para luego quejarse de la grua en barna....
    Cuidaros mucho

    Carlo

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  2. ánimo y nO desespereis, es lo que tiene la gran ruta de EEUU.

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